Al alba te despiertas
para organizar los quehaceres y rutinas diarias.
Primero levantas la persiana
y aspiras hondamente el limpio aire de la sierra madrileña,
dejas que se pasee «como pedro por su casa».
Al alba te aseas
da gusto mirarte
tu cara de bella dama
ilumina tu verde casa.
Al alba preparas el alimento que nos reconforta desde la mañana,
esperas a que el bizcocho suba
sin abrir el portón del horno
como tu buena maestrilla te enseñaba, que con amor y cariño y librillo
no habría obstáculos que no salvaras.
Al alba piensas también en disfrutar
de madrugada,
de una cita a ciegas,
una sorpresa que tu esposo no esperaba.
Exprimes el día, la tarde y la noche,
agradecidas estamos
un saludo de tu
amiga, vecina y madre mía.

María con amor a mi Mamá.