
Los ojos tengo cerrados,
estoy mirando, imaginando, viajando navegando o quizás al final de la senda, escalando.
Ya es hora de partir,
de hacer el camino,
decidiré el camino a seguir,
sí ya sé la ruta del lino, que no del Nilo.
Te voy a enseñar hijo mío olores primarios
que yo recuerdo desde mi niñez,
el olor a nardo que me ha embriagado
hasta ahora en mi madurez
de sensaciones y emociones reconfortantes para mi ser.
Yo te doy de mamar, y con esta infusión de este arbol del amor, aún más te alimentará,
lo tengo cerca de este río Tajo que tan largo es, y que llegaremos a ver laflor del almendro tal vez,
luego embarcaremos hasta el continente de los que pueblan el Nepal y China,
sí, nos ayudarán los sherpas que mi abuelo conoció alos abuelos de éstos,
pues tan bien se portó, los ayudó, los curó de sus dolencias, escuchándoles y charlando en torno
a un fuego el fuego del amor,
pues no hay mayor vínculo que ese sentimiento,
y mayor satisfacción, amar y ser amado,
como madre e hijo nos amamos y nos susurramos por la noche; te quiero, te quiero y te quiero.
Te regalaré un perfume de nardos y te contaré lo valioso que es y que fué para nuestros
antepasados,
pues qué bonito es aprender historia, las historias que estos sherpas mayores, ancianos ya,
nos enseñan desde la razón y el corazón,
pues tienen una paz y una calma
que también es un regalo, el mejor creo yo.

Estoy dejando fluir mis libres y reales pensamientos.
María.