En la fresca cueva de la satisfacción de la escritura y la lectura resguardo de la calor estás y estoy.
Amigo escriba, me gusta escuchar el susurro de las preciosas metáforas que pones a las silvestres amapolas.
Embriagada de ese aroma, quizás sí o quizás no, no me olvides, y aunque sé que no, pues cuando cojas tu pluma o pincel mirarás al lienzo y como si fuera una nube colores de reflejos de recuerdos ahí estaremos los dos.
Abrazos a todas y a todos de parte de María y de Fran.